Cine queer amazónico

Oswaldo Osorio

“Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó a mí”. Tal afirmación de Ana, la protagonista de esta película colombo-brasileña, en el contexto de la historia que relata, puede significar varias cosas, pues esa frontera podría referirse a la que hay entre estos dos países y que desaparece en medio de la selva, también a la que divide el cuerpo y el espíritu o a las que pueden existir entre las diversas posibilidades de género, empezando por las más conocidas, la de ser hombre o mujer.

Ana está haciendo un doble viaje, uno físico y otro espiritual, mientras va de camino a recoger y transportar las cenizas de su hermano, homosexual y transformista, quien murió en medio de un performance de protesta contra los cultivos transgénicos de maíz en el Amazonas. Ese viaje en medio de la selva también es una búsqueda de sí misma, como persona y como mujer, así como de su sexualidad y espiritualidad. Es un viaje revelador y transformador en el que su condición de género, la de su hermano y sus exploraciones eróticas, determinarán el rumbo y la consciencia que tome en adelante.

Porque esta película, como tantas otras que se están haciendo desde hace ya más de veinte años en el mundo, no se puede rotular con el reduccionista término de “cine gay”, sino que más bien es cine queer (ya lo escriben también cuir), un tipo de cine que tomó especial fuerza a principios de los años noventa desde el cine independiente estadounidense, el cual buscaba hacer el contraste con esas películas con personajes homosexuales y tratamientos condescendientes o de corrección política, como Filadelfia (Jonathan Demme, 1993), por ejemplo.

El cine qeer, entonces, no solo es un asunto de personajes y contenidos, es una forma de explorar y asumir el movimiento LGBT. Algunas de las películas de Gregg Araki, Pedro Almodóvar, Todd Haynes, Derek Jarman o Gus Van Sant, entre muchos otros, pertenecen a este cine. Lo mismo que esta cinta de Paetau y Guisasola, que no oculta su exuberancia: geográfica, poética y narrativa, ni su determinación por cuestionar y reflexionar sobre la histórica opresión a la mujer, la condición colonizada y explotada de la selva amazónica o las limitaciones y tiranía de los arquetipos y prejuicios relacionados con la diversidad sexual.

Se trata de una road movie a través de la selva, en la que una mujer experimenta el duelo de su hermano siguiendo sus pasos, tanto a través del paisaje como de sus inquietudes políticas y su condición de género. Una búsqueda que también resulta un viaje didáctico para el espectador, a veces ingenuo o aleccionador, pero casi siempre de gran fuerza emocional, espiritual y estética.

Publicado el 8 de julio de 2018 en el periódico El Colombiano de Medellín.

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