Entre la grandilocuencia y el intimismo
Por Oswaldo Osorio
Nadie creyó que en mucho tiempo una película de guerra superara la espectacularidad e impacto de esa primera secuencia de “Rescatando al soldado Ryan” (1998), de Steven Spielberg. Jean-Jacques Annaud lo acaba de hacer con esta película, pero a diferencia de Spielberg y de muchos otros, no sólo se queda en lo espectacular o impactante, que son ya dos condiciones del cine de guerra, sino que va más allá mediante la hábil confrontación de lo general con lo particular.
Y es que la célebre batalla librada entre alemanes y soviéticos por mantener la ciudad de Stalingrado durante la segunda guerra mundial, es sólo el telón de fondo de una confrontación particular entre los dos mejores francotiradores de cada bando; también es la historia de un sutil triángulo amoroso y la puesta al descubierto de otros factores que hacen parte de una guerra, como la propaganda, las condiciones en que se desarrolla la lucha y los límites absurdos a los que llega este tipo de conflictos.
Pocos directores como el francés Jean-Jacques Annaud tienen una filmografía de tan selecta calidad. Casi todos su proyectos se mueven entre las fronteras, casi contradictorias, de la grandilocuencia épica y un intimismo ungido de espiritualidad. Películas suyas como “El nombre de la rosa”, “Siete años en el Tibet” y “El amante”, nos hablan de búsquedas íntimas e individuales, enfrentadas y forjadas por una realidad histórica o por imperativos universales. Por eso “Enemigo al acecho” (Enemy at the gates, 2000), además de sus virtudes propias, tiene un valor adicional al hacer parte de una obra tan sólida y fascinante como la de Annaud, en la cual encaja perfectamente.
Así como Sean Connery ante la inquisición o Brad Pitt ante el Dalai Lama, en este filme Jude Law es confrontado y puesto a prueba por la guerra y el peso de su heroismo real y ficticio. Esa confrontación implica cuestionamiento de sí mismo, una toma de conciencia y, finalmente, lucidez y madurez. Esta evolución del personaje se ve tan clara como los certeros disparos en los cráneos y los bombardeos alemanes. Por eso, en última instancia, la gran virtud de esta película es que logra un equilibrio perfecto entre la espectacularidad de la recreación de la guerra y la sutileza e intimismo con que nos muestra a este personaje, su historia de amor y ese casi exquisito duelo contra el francotirador alemán.