Para encontrar a Shakespeare
Por Oswaldo Osorio
Resulta paradójico cómo muchos de los más paradigmáticos representantes de Hollywood, las “estrellas”, esos actores y actrices que componen la más caprichosa y subjetiva institución del cine-industria, el star system, cuando se diciden a pasarse tras la cámara, resultan haciendo obras muy distintas a todos esos productos de cuestionable calidad que les permitió forjar su propia carrera. Eso es precisamente En busca de Ricardo III (Looking for Richard, 1996), un filme en el que Al Pacino, en su debut como director, ha querido acercar al gran dramaturgo inglés William Shakespeare a un público que, en general, lo ve prejuiciosamente como sinónimo de literatura anticuada y aburrida.
Tal vez fue por eso que se decidió por hacer una arriesgada exploración pedagógica sobre Ricardo III de Shakespeare pero, si iba a orientar didácticamente el tema ¿Cómo haría una película sobre un príncipe ambicioso sin que se le convirtiera en un documental sin posibilidades comerciales? La respuesta a este interrogante, aunque difícil, Al Pacino la encontró. El resultado fue una interesante pieza de cine, que en apariencia es un documental, pero que entre líneas desarrolla la apasionante trama del clásico shakespeariano. Y al tiempo que este nuevo director, con la ayuda de expertos y los demás actores, reflexiona sobre la obra, sus personajes y motivaciones; la narración de las intrigas y luchas internas por la corona inglesa va avanzando y ganando intensidad dramática hacia el inevitable desenlace.
Con esta brillante y equilibrada mezcla entre documental y argumental, Al Pacino ha logrado su objetivo de acercarnos más a Shakespeare. Y no sólo ha desentrañado los contenidos del texto, exponiéndolos de una manera más clara y reflexiva, sino que también ha puesto de relieve una vez más la grandeza, universalidad y permanencia en el tiempo del autor de Hamlet. Pero además de todo esto, se le suma un sobresaliente manejo formal, pues el tratamiento visual es consecuente con los tipos de narración que maneja. Pero en especial resulta sorprendente la destreza de su montaje, pues En busca de Ricardo III, a pesar de su complejo planteamiento narrativo, logra un buen ritmo, conseguido a través de un perfecto acople entre las partes documentales y las argumentales. Así pues que Al Pacino comenzó su carrera como director más que bien, y lo hizo por el camino difícil, ya que hacer buen cine a base de originalidad y audacia, que son las principales características de esta película, es cosa que no vemos todos los días y mucho menos en el cine norteamericano.