La conciencia colectiva clama venganza
Por Oswaldo Osorio
El cine de Hollywood no podría existir sin los géneros. La adscripción de la mayor parte de sus películas a uno u otro género le garantizan la fácil respuesta del grueso del público, lo cual se traduce en la reducción de riesgos ante un eventual fracaso de taquilla, que es en definitiva lo más le interesa a la industria. Por eso hay muchos directores con una filmografía que nunca se ha salido de las fronteras del cine de género. Uno de estos directores es Joel Schumacher, y con 8 milímetros (8 mm), su más reciente película, lo ha confirmado de nuevo.
Esta película, protagonizada por Nicolas Cage, es un thriller que tiene como tema central el snuff, ese tipo de películas en las que sus realizadores realmente maltratan y asesinan a alguien frente a la cámara. El thriller es un género cinematográfico que tiene como elementos esenciales la intriga, el suspenso y a veces, como en este caso, la acción. En su calidad de género, maneja unos recursos y unos esquemas que lo caracterizan y con los cuales un guionista o un director juegan, un juego que les garantiza hacer un producto que no se parezca tanto a otros que se han hecho obligadamente con los mismos ingredientes.
En este aspecto radica la primera deficiencia de Schumacher y su guionista, pues con la historia que nos cuentan y la manera como lo hacen, es más bien poco lo que le aportan al género y a ese juego que necesariamente se tendría que hacer con sus códigos. Sin embargo, no se puede acusar a Joel Schumacher de hacer una mala película, y mucho menos de hacer un mal thriller. Porque si bien no se muestra original al abordar el género, sí lo hace con una habilidad y efectividad que por momentos hace olvidar que se trata de una obra más bien convencional y predecible, una película que aunque logra atrapar buena parte del tiempo, también está llena de torpezas y trivialidades en su narración y giros argumentales.
Especialista en thillers
A Joel Schumacher ya se le conocían sus habilidades para hacer thrillers. De hecho, exceptuando esa deliciosa comedia romántica titulada El sabor de la infidelidad, todas sus demás películas dignas de mención han sido thrillers. Este género ha sido visitado por Schumacher desde varias perspectivas: ya como thriller de acción en El cliente, como thriller metafísico en Línea mortal, como thriller sicológico en Un día de furia, o como thriller jurídico-social en Tiempo de matar, esta última tal vez la mejor película de su filmografía.
En contrapartida, sus películas de aventuras dejan todo que desear. Empezando por ese esperpento de vampiros juveniles llamado Lost Boys; pero especialmente sus desatinos en el cine de aventuras se evidenciaron, y por partida doble, en las dos últimas entregas de la saga de Batman iniciada por Tim Burton, en las que banalizó e idiotizó al hombre murciélago y a su compañero y les quitó todo su gótico misticismo en beneficio de un odioso tratamiento galmuroso.
8 milímetros nos cuenta la historia de Tom Welles (Nicolas Cage), quien es, no un detective privado, pues parece que el término ha caído en desuso, sino un "especialista en vigilancia", a quien lo han contratado para investigar acerca de la originalidad de una película de snuff. Sus pesquisas lo conducirán hacia el mundo del mercantilismo pornográfico, en el cual se va adentrando física y emocionalmente casi sin darse cuenta. Este es un mundo que contrasta con su vida modesta y ordenada, su bonita familia y su moral sin tacha.
La película tiene sus principales virtudes en el buen manejo de la intriga y el suspenso, que se sostienen durante buena parte de la historia, y en ese registro que hace de los bajos fondos del comercio del porno, pues el filme da cuenta de las prácticas, lugares, productos y personajes que componen este universo subterráneo y a veces clandestino. Para este recorrido expositivo y descriptivo, el filme utiliza como recurso a un joven (Joaquin Phoenix) que trabaja en una tienda de artículos pornográficos, quien le sirve de guía a Welles en su descenso hacia el "infierno" del porno legal e ilegal.
La moral de Hollywood
Pero para lo que parecen ser las intenciones reales de la película, el mercado del porno sólo es el fondo, y el manejo del suspenso un recurso narrativo, porque aparentemente la idea de Andrew Kevin Walker, su guionista, y de Joel Schumacher, era explotar las emociones del personaje central, o por lo menos eso es lo que dio a entender el mismo Schumacher cuando habló de su película: "Es un thriller y es un misterio de asesinato, pero más importante aún, es que es el estudio de un ser humano que comienza por sentirse muy por encima de este ambiente, creyendo que es bastante normal y que tiene el control, para después perder todo sentido de sí en un torbellino de terror, y posteriormente descubrir que la única forma de redimirse es acudir a un lugar muy oscuro a solas".
Estas palabras sólo nos hablan de intenciones, porque ese estudio de un ser humano referido por Schumacher sólo se insinúa muy tibia y superficialmente; incluso se ve el esfuerzo que hay en la actuación de Nicolas Cage, y en algunos diálogos, para que sí parezca que nos están mostrando a un hombre que padece las consecuencias emocionales de algo que está viviendo. La película, incluso, logra el efecto contrario, pues nos presenta a un hombre muy decente y moralmente sin tacha, "un símbolo de la conciencia colectiva de los Estados Unidos", como lo describiera el mismo Cage. Por eso este hombre tan moral lo único que hace durante toda la película es indignarse y juzgar todo eso que esta viendo y a esos "monstruos" inmorales (no amorales) que mueven ese comercio de sexo y muerte. Claro que después, este mismo hombre sin tacha, para justificar su inmoralidad, para disfrazar su instinto asesino, pide un simbólico permiso a la madre de la víctima para castigar con la mismo crueldad a quienes había juzgado de inhumanos.
En conclusión, lo que tenemos con 8 milímetros, es una película de género bien lograda y efectiva cinematográficamente hablando (también comercialmente hablando, pues igualmente se puede ver como la suma de todos los ingredientes que pide el gran público: sexo, violencia, acción, suspenso y heroísmo); pero quien quiera ver más allá del suspenso y la acción y de las formas del género, sólo verá una película más hecha por ese Hollywood moralista y esquemático en sus parámetros con que juzga los valores y la conducta del mundo entero.