La moral en los huesos
Por: Oswaldo Osorio
Es muy peligroso cuando un director debutante apela al cine de género y a una historia que remite a muchos filmes con los mismos referentes. Porque puede pasar por poco original, y esto muchos lo leen como falta de talento, o ser visto como la llegada de otro director más al servicio del sistema, con todo lo que esto significa. Puede que en esta película haya algo de eso, pero tampoco se debe juzgar a la ligera, porque detrás de su argumento con trazos recurrentes y su empaque de Hollywood de bajo perfil, hay elementos que la hacen una propuesta afortunada y respetable.
Habría que empezar por dar por sentado que hacer cine de género, y especialmente thrillers, implica unas limitaciones en términos de originalidad argumental. En esta historia cinco hombres despiertan en una bodega sin recordar por qué están allí, ni quiénes son y, más desconcertante todavía, cuál es su papel y sus aliados en un escenario del que no pueden salir y donde hay rastros de violencia. Con esos ingredientes muchas películas se vienen a la memoria (Memento, Reservoir dogs, Saw...), pero, como se sabe, el cine de género tiene en sus ingredientes la receta, pero en su combinación el éxito de su sabor.
En este planteamiento argumental, en principio tan familiar, se pueden encontrar elementos interesantes, o al menos la certeza de que la intención era, además de la trama de suspenso, trascender la anécdota. Porque si bien esta trama está en función de la intriga, la acción y el suspendo, también le sirve a la construcción de unos personajes que están mejor dibujados que en la mayoría de filmes de su tipo.
Y es que de fondo esta película pone en juego el asunto de la identidad, no sólo entre los personajes, sino de cada uno de ellos, en especial del protagonista. Este hombre sabe que es bueno, que no está en su naturaleza cometer crímenes o cosas que vayan contra esa moral que siente como un hueso más de su cuerpo. Pero cuando, por indicios, empieza a dudar, entra en conflicto consigo mismo, con la moral que cree tener y con la que parece tener. Y así mismo ocurre, en distinta medida, con los demás personajes, lo cual les permite una mayor complejidad, lo mismo que al juego de relaciones que se va dando y transformando constantemente entre ellos a medida que sus mentes se van despejando.
De manera que este juego con la identidad y la ética individual es lo que mueve esta claustrofóbica historia de tensión y confusión. Es la evolución de los personajes y de sus interrelaciones lo que jalona esa trama que cobra el protagonismo externo y que cumple su objetivo de mantener la tensión creciente, ayudada por un buen pulso del director para crear una atmósfera propicia. Al final hay un par de giros que no sólo tienen como función sorprender al espectador, sino también justificar la moral de sus personajes. Total, de eso se trata un thriller: moral, acción, intriga y suspenso.