Una película nada elemental
Por Oswaldo Osorio
El cine de Guy Ritchie siempre ha sido chicle mental y narrativo. Sólo se disfruta mientras se saborea, mientras está en la pantalla. Pero su falta de profundidad y seriedad la compensa con un gran talento narrativo, una ingeniosa concepción visual y una cínica y divertida manera de crear personajes e historias. En otras palabras, se trata de un cine que ofrece entretenimiento de calidad, con un refinado manejo del lenguaje del cine –muy efectista, eso sí– y con un estilo propio e inconfundible.
Del personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle se han realizado un centenar de versiones, entre seriales y películas, tanto para cine como para televisión. Pero ciertamente Sherlock Holmes es un personaje sólo para fanáticos fieles, porque ya él por sí solo es una fórmula repetida hasta el cansancio y gastada desde hace décadas. Por eso una nueva versión necesitaba ser una puesta al día y con un enfoque diferente. Y efectivamente, Guy Ritchie hizo lo necesario para conseguirlo.
Lo primero, es que este Sherlock tenía que ser complejo –que no complicado–, porque el espectador actual ya no está para ese simplismo de siempre en el que pasaba de todo a lo largo de la historia sin que nadie comprendiera muy bien nada, para que, al final, el ingenioso detective resolviera el caso con esa larga explicación verbal que iba luego de la distintiva frase “elemental, mi querido Watson”, la cual no está en esta nueva película, constatando así la intención de desprenderse de todos los facilismos del personaje.
Para evitar la salida fácil de explicarlo todo al final, Ritchie echa mano de una serie de recursos visuales y narrativos que ya hacen parte del estilo que lo identifica: el uso de flashbacks, cámaras lentas y congelados mientras una voz en off explica detalles de la trama. Es decir, esa suerte de descomposición de las secuencias o las acciones para exponer su motivación o explicar su funcionamiento, que antes había usado con tanta precisión, aquí encuentran la historia y el personaje perfectos para ser aplicados. Esto hace posible que haya una compleja trama, pero que el espectador esté al tanto de sus componentes y que todavía quede espacio para la intriga y el misterio.
En este sentido, el de la intriga y el misterio, la historia propuesta por el filme también consigue estar a la altura y generar expectativa, pues no se trata de un relato donde los antagonistas son los mismos vulgares ladrones o trillados y predecibles asesinos en serie de antes, que nunca han sido oponentes de peso para el famoso detective. La solución al problema de no plantear un conflicto fácil fue muy ingeniosa: si el fuerte de Holmes es la ciencia y la razón, entonces el crimen y el antagonista debían salirse de esa lógica. Por eso el componente sobrenatural resulta perfecto para sostener la tensión y el misterio necesarios para este tipo de relato.
El otro elemento con el que Ritchie, sus guionistas y los actores hacen la diferencia es en la concepción de los personajes. El pulcro, pomposo e imbatible Sherlock Holmes que siempre se había visto, aquí se transforma en un ser desaliñado, maniático, calladamente atormentado y hasta vulnerable e insatisfecho con la vida. Es decir, un personaje más complejo y lleno de matices. Además, y esto resulta fundamental en esta nueva versión porque es uno de sus principales atractivos, es también un hombre de acción, lo que posibilita que la película también lo sea de una forma como nunca antes se había visto, sobre todo en este aspecto es en el que más se ve esa puesta al día de esta nueva versión.
Incluso el mismo Watson se desprende de esa imagen de tonto perro faldero y aquí empuña las armas y aguza su intelecto a la par con su compañero. De hecho, la relación entre ellos tiene aquí una sorprendente transformación, porque el dependiente resulta ser Holmes y uno de los conflictos paralelos del filme es la tensión que hay entre ambos por el matrimonio de Watson, su inminente partida y la disolución de la sociedad. Al punto de que la actitud de Sherlock Holmes al respecto se parece más a la de una madre o una novia que la de un compañero de trabajo y aventuras.
La transformación de los personajes, la trama y su conflicto planteados con la complejidad y el peso requeridos, así como su dinámica de película de acción, son entonces los elementos que hacen de esta versión de un gastado personaje una experiencia estimulante y entretenida, la cual es complementada por una banda sonora que también sabe hacer la diferencia, unos diálogos ingeniosos y una concepción de la puesta en escena que consigue crear unas atmósferas que saben jugar con el misterio y el esteticismo. En definitiva, una película que viene con el paquete completo, tanto para ser el taquillaza del momento como para satisfacer espectadores más exigentes.
Publicado el 15 de enero de 2010 en el periódico El Mundo de Medellín.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Guy Ritchie
Guión: Michael Robert Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg; basado en los personajes creados por Arthur Conan Doyle.
Producción: Joel Silver, Lionel Wigram, Susan Downey y Dan Lin.
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Philippe Rousselot.
Reparto: Robert Downey Jr., Jude Law, Rachel McAdams, Mark Strong, Eddie Marsan, Kelly Reilly.
USA - 2009 - 128 min.