Los caminos del Señor
Por Oswaldo Osorio
En la lucha contra el demonio es posible alejarse de los caminos del Señor, dice el personaje de Meryl Streep en esta película. Y pensando en una lógica parecida, para tratar un tema harto delicado, fundado en acciones que con seguridad violentan y causan sensación, lo mejor es no asumirlo directa y explícitamente, o al menos así parece que lo decidió el director de esta cinta (también su guionista y autor de la obra original). Y es por este distanciamiento entre el tema y su tratamiento que esta película, de forma modesta y sutil, hace mucho más efectivo y elocuente lo que sobre el asunto tiene que decir.
Este asunto recurrente, sobre todo en los últimos años (y no sólo en el cine), tiene que ver con los abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos contra jóvenes de sus parroquias. En este sentido la película plantea su crítica y denuncia a las prácticas de algunos clérigos, pero sobre todo, al inaceptable proceder de la institución, que no sólo encubre sino que, incluso, llega a premiar a los involucrados con cargos superiores o reubicándolos en mejores lugares.
Sin embargo, esta clara denuncia no necesariamente es en lo que este relato hace su énfasis. Ni siquiera, aun a despecho de lo que insinúa el título, en las dudas que los dos personajes centrales tienen acerca de su moral y su proceder. Tanto la rectora como el sacerdote tienen muy claro lo que piensan y ninguno se arrepiente de sus opiniones ni de sus acciones. Pero eso resulta más bien injustificada la forma en que la rectora flaquea al final, manifestando dudar de no se sabe bien qué; así mismo, el sermón inicial del sacerdote, acerca de la duda, sólo parece ser una excusa para que la monja sospeche y se inicie el conflicto.
Porque es en ese conflicto, que no es otro que la confrontación entre estos dos personajes centrales, el plano donde se desarrollan las ideas esenciales de este filme. Por eso el relato se afana en construir bien a sus personajes, jugando incluso con los arquetipos del bueno y la mala. Pero a medida que va avanzado la historia, estas características de los personajes se empiezan a revertir y el espectador comienza a ser testigo de un tenso y creciente enfrentamiento de argumentos, los cuales buscan, primero, esclarecer u ocultar la verdad, según cada quien, pero luego, defender unos principios morales que, para ella, deben estar por encima de la institución, y que para él, pueden ser manipulados por la jerarquía eclesial.
De ahí que la principal virtud de esta cinta es el duelo entre estos dos personajes, un duelo que también es de actores, pero al contrario de sus roles, Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman terminan complementándose y potenciando el trabajo del otro. Incluso en este duelo hay un árbitro, la hermana Jones, un personaje que cataliza la confrontación y es usada como apoyo tanto de uno como de otro contendiente.
Es decir, estamos ante una película de actores y de personajes, en la que toda la acción y las implicaciones de su historia están en las interpretaciones, en la construcción de personajes, sus diálogos y argumentaciones. Aunque también es cierto que no todo es sutileza, y el maniqueo contraste que hace el director entre la mundana y hedonista cena de los sacerdotes y la austeridad de la cena de las monjas así lo demuestra. Pero aún así, es un filme lleno de aciertos que trata de forma concienzuda y sugerente un tema serio, el cual casi siempre se ha prestado a denuncias burdas o sensacionalistas.
Publicado el 13 de marzo de 2009 en el periódico El Mundo de Medellín.
FICHA TÉCNICA
Título original: Doubt
Dirección: John Patrick Shanley.
Guión: John Patrick Shaley; basado en su obra.
Producción: Scott Rudin y Mark Roybal.
Música: Howard Shore.
Fotografía: Roger Deakins
Reparto: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Viola Davis.
USA – 2008 - 104 min.