No al matrimonio con Dios
Por: Oswaldo Osorio
Basada en una obra de Diderot, con el atractivo de la ambientación de época y un seductor personaje que afronta un conflicto fuerte y envolvente ¿Qué podría salir mal en esta película?, pues su desarrollo, la concepción de personajes y un fallido recurso narrativo. Estos problemas terminan por echar a perder una cinta prometedora en sus componentes, tornándola en un filme predecible, tedioso durante largos segmentos y siempre escudado en su vestuario, ambientación y locaciones.
A mediados del siglo XVIII una joven, en contra de su voluntad, es enviada por su familia a un convento. Durante todo el relato ella hará lo posible por salir de esa adversa y, al parecer, insalvable situación. Es un conflicto con gran fuerza, sin duda, no obstante, la película empieza por el final, adelantándole al espectador que ella se encuentra a salvo y cómodamente en el mejor lugar donde nunca podría haber estado.
Es decir, con este recurso narrativo se echa a perder toda la fuerza del conflicto y desestima un poco la empatía que se tiene por la protagonista, arrebatándole a la historia desde el principio la tensión propia de todo conflicto, eso por no hablar de la expectativa por el destino de la heroína. Es difícil adivinar las razones por las que este y otros directores apelan tan frecuentemente a este recurso. Tal vez en algunas películas tenga alguna utilidad, pero en esta las consecuencias son del todo adversas.
La historia está claramente dividida en tres grandes momentos, que corresponden a tres diferentes estancias de Suzanne en los conventos, las cuales, haciendo una asociación más o menos simple, podría decirse que son el purgatorio, el infierno y el cielo, esto de acuerdo con el grado de padecimiento o confort que experimentó ella en aquellos claustros, lo cual, consecuentemente, se refleja en el grado de intensidad del conflicto, que naturalmente varía en cada caso.
Pero precisamente en ese conflicto y la facilidad con que generalmente se resuelve todo es donde está el principal problema de esta cinta, pues además del avance que hacen del destino último de la protagonista, aun en su peor momento, cuando se encuentra en el "infierno" de su segunda estancia. en aquel convento en que la someten a todo tipo de vejámenes, la poca intensidad dramática de tal situación adversa y la forma sencilla y sin traumatismos como se soluciona su problema resultan tan simplonas y como decepcionantes.
Por otro lado, los personajes son construidos con un facilismo desalentador, solo hay que ver a las tres superioras, monumentos al estereotipo: la bondadosa anciana, la mala de telenovela y la loca intensa. Aunque el personaje central es un poco más interesante, por sus dudas, sus problemas en relación con su entorno y en general su desorientación, pero justamente esa desorientación y sus cambios repentinos de carácter y de decisiones, hacen inconsistente y tedioso el desarrollo de la historia, pues termina reduciéndose a las idas y venidas de esta joven con ese conflicto puesto en el papel pero pobremente materializado en la pantalla.
Publicado el 18 de junio de 2014 en el periódico El Colombiano de Medellín.
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