Una tarde de domingo

Por: Oswaldo Osorio

Un hombre que tiene un encuentro con cinco mujeres diferentes, pero viviendo la misma situación y -puede decirse- el mismo día, podría ser una propuesta original, incluso audaz, y tal vez daría lugar a interesantes reflexiones sobre las relaciones sociales y afectivas, entre muchas otras cosas. Esta película parte de esa premisa, sin embargo, en general apenas se salvan las buenas intenciones, porque el que parece un ingenioso esquema, se vuelve inconsistente y poco interesante a causa de solo dos pero esenciales elementos: la construcción de personajes y los diálogos.

El relato también está ligado, prometedora o pretensiosamente,  al esquema propuesto por Richard Linklater en su trilogía de Antes del amanecer/atardecer/media noche, esto es, una pareja conversando de ellos y de las cosas de la vida de principio a fin de la película. No importa que por un recurso narrativo o de la ficción ella sea, al mismo tiempo, cinco mujeres diferentes y también una sola, pero se trata del mismo esquema, el cual implica, por supuesto, que a partir de diálogos exclusivamente vamos a conocer a los personajes.

No obstante, lo que se puede ver de ellos resulta poco atractivo, ya para ser personajes de cine o para encontrárselos en la calle. Resultan personalidades más complicadas que complejas, un poco superficiales y, casi todos, harto sensibleros. Él está confundido, es inseguro, fracasado profesionalmente y nada original ni espontáneo para tratar y conquistar a las mujeres; mientras ellas son lugares comunes de tipologías femeninas. el espíritu libre, la arpía, la "bacana", etc.

La mayoría de películas son sobre cosas extraordinarias que le pasa a gente ordinaria, también viceversa, igualmente ambos factores extraordinarios, pero para contar una historia de gente ordinaria haciendo cosas ordinarias, el esfuerzo tiene que ser mayor, o de alguna manera lo que se cuente debe ser significativo, pero no es el caso de esta cinta, donde el paseo en una tarde de domingo no dice mucho más que los temas de conversación.

En cuanto a los diálogos de esa conversación, que son lo que soportan todo el relato, hay de todo un poco, eso como consecuencia de la variedad de personalidades en las mujeres, pero en últimas tienen el mismo talante, eso a causa de la sosa personalidad del protagonista. El amor, la familia, las relaciones afectivas, la vocación profesional, los planes a futuro, en fin, todos esos tópicos que conversaría una pareja que se está tandeando y conociendo en clave de flirteo (extrañamente falta el sexo, que dada la ocasión podría ser más recurrente, lo cual resulta muy aséptico y hasta ingenuo).

El problema es que estos dos elementos, que son interdependientes, no funcionan muy bien porque los personajes no son muy interesantes y tienden al lugar común, mientras que los diálogos no dicen nada nuevo ni de forma diferente, pues están en un punto medio entre dos extremos más atractivos que ya le hemos visto a este esquema: la simpleza de lo cotidiano o la complejidad de lo intelectualoide. Aquí no hay lo uno ni lo otro, solo cháchara de enamorados.

Después de poner en entredicho sus dos componentes esenciales, no sé qué tan pertinente sea mencionar que, por lo demás, en aspectos visuales, narrativos y de puesta en escena, es una película sólida y bien concebida, hecha con cuidado y profesionalismo. Pero ese es un problema del cine nacional actual, que mientras está muy afinada ya la forma de decir las cosas, lo que se tiene por decir todavía le falta bastante.  

Publicado 9 de junio el de 2014 en el periódico El Colombiano de Medellín. 

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