Saltando muros y esquivando balas
Por: Oswaldo Osorio
En menos de dos semanas pude ver dos filmes con el mismo tema, incluso casi con el mismo protagonista, se trata de Omar, una producción entre Palestina y Emiratos Árabes, y Bethlehem (Belén), película israelí dirigida por Yuval Adler. Ambas hablan del drama de los jóvenes que, en medio del conflicto árabe - israelí, se ven envueltos en peligrosos entramados de espionaje e intrigas que los convierte en piezas de usar y tirar para los bandos en oposición.
Y es por eso que, aunque la trama política siempre está de fondo determinándolo todo, son historias que se centran en los conflictos y dramas personales , donde están en juego las lealtades y las relaciones con los demás, las cuales son puestas a prueba constantemente. Pgero la más de las veces estos jóvenes resultan acorralados por situaciones en que cualquiera de las opciones que tienen va en contra de su reputación o su integridad, o incluso de ambas.
En el caso de Omar, sus problemas se potencian porque la amistad y el amor se convierten en variables que complican más la toma de decisiones, de manera que al entramado político se le suma el entramado afectivo, lo cual pone a prueba con mayor intensidad la ética y el carácter de este personaje.
Porque esa es la gran diferencia entre Bethlehem y Omar, el carácter y la ética de sus protagonistas, pues mientras en la primera se trata de un joven desorientado, voluble y a veces taimado, Omar es de una integridad y generosidad sin titubeos, por eso resulta más atractivo como personaje, o al menos el espectador puede identificarse más fácilmente con él. Y tal vez en eso es lo único en que se ve la diferencia entre ambas películas de acuerdo con su nacionalidad, porque si bien la película israelí trata de abordar objetivamente la situación, con la construcción de su protagonista hace más difícil identificarse con su punto de vista.
El caso es que, sin importar si tiene ética y carácter o no, sin importar si la historia la contaron israelíes o árabes, igual son presentados como jóvenes signados por un futuro azaroso, lleno de violencia y con la sospecha siempre sobre ellos. Pero el verdadero drama es que esta sospecha viene de ambos bandos, porque pueden ser acusados por los israelíes de pertenecer a la resistencia o por los palestinos de ser un traidor, mientras estos jóvenes se debaten entre la lealtad a su pueblo y las fuertes presiones y chantajes de las agencias judías para convertirlos en informantes.
Si bienen Bethlehem está más presente la trama política y en Omar son los conflictos afectivos, las dos son películas parecen tener la misma honesta intención de cuestionar la situación social y humana que se vive en los territorios ocupados, una vida que no es vida, sino un estado de alerta permanente, cargado de miedos y suspicacias, que no permite vivir tranquilamente, que los obliga a que la guerra sea lo primero y lo último sobre lo que piensan cada día de sus vidas.
Publicado el 30 de marzo de 2014 en el periódico El Colombiano de Medellín.
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