El tiempo de las distopías
Oswaldo Osorio
El XV Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia en 2014 está dedicado a un peculiar y fascinante tema: las distopías en el cine. Si la utopía, según Tomás Moro, quien acuñó el término, está definida por el orden, el equilibrio social y la belleza, la distopía es su antítesis, esto es, una sociedad caótica, acosada por el malfuncionamiento y generalmente oprimida por un régimen totalitario.
Este es un tema que tanto a la literatura como al cine les ha permitido, a partir de la proyección en el futuro o de la alegoría fantástica, reflexionar sobre nuestras sociedades y nuestro tiempo. La distopía, indefectiblemente, es pesimista. Parece que, como van las cosas y de acuerdo con lo que se sabe de la naturaleza humana, nadie se atreve a plantear algo distinto a un futuro adverso y nada prometedor.
El cine distópico normalmente presenta mundos híbridos y caóticos, con estéticas recargadas, casi siempre por la línea del futuro retro, donde se evidencian los tiempos oscuros que pueden venir y, generalmente, planteando cuestiones éticas o políticas de fondo sobre asuntos como la intolerancia, los fundamentalismos, el individualismo, los conflictos del multiculturalismo, la mecanización del ser humano, el hombre que juega a ser dios, los excesos del poder justificados por un supuesto bien común, entre muchos otros asuntos.
El festival se inaugura con Metrópolis (Fritz Lang), y no podía ser con otra, pues esta es la película fundacional de este tipo de cine. Con ella, el ramillete de clásicos de la muestra central lo conforman otros títulos esenciales como Fahrenhet 451 (Francois Truffaut), El planeta de los simios (Franklin Schaffnet), 1984 (Michael Radford), Brazil (Terry Gilliam) y La naranja mecánica y Dr. Strangelove (Stanley Kubrick).
Sociedades donde está prohibido leer, otras gobernadas por la tiranía de la burocracia, o mundos donde se impone la perfección genética o donde son reprimidas las emociones y sentimientos. Cada película propone una situación límite sobre sus protagonistas, ya sea para plantear una crítica al posible rumbo que podrían tomar nuestras sociedades actuales de seguir así, o para establecer reflexiones éticas y humanistas sobre la capacidad del hombre para enfrentar estas situaciones a partir de actitudes y cualidades que siempre van a hacer parte de la naturaleza humana, como el deseo de justicia, la libertad y la dignidad.
El cine distópico, por definición, es futurista, aunque no necesariamente de ciencia ficción. No obstante, es posible ampliar el concepto y pensar en equivalentes distópicos en el presente. Por eso hay cuatro documentales que hacen parte de esta muestra, pues ya sea la dura situación de un pueblo minero, la devastación en Irak tras la guerra o la odisea de los inmigrantes ilegales en México, son situaciones que se presentan con las características de un mundo distópico.
De manera que este año, más que cualquier otro, este festival propone un espacio no solo para ver cine, sino también para ver unas películas (más las actividades académicas) que les permitirá a los asistentes extender sus reflexiones más allá de la pantalla, hacia cuestiones éticas, sociales y políticas.
Publicado el 4 de diciembre de 2014 en el periódico El Colombiano de Medellín.
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