Voy, lo mato y vuelvo… y más

Por Oswaldo Osorio

Uno de los esquemas argumentales más básicos, y al tiempo más intensos, son las historias de venganza. Son relatos de, como se dice, “voy, lo mato y vuelvo”. Esta película es de venganza. Y si bien alcanza la intensidad propia del esquema, no es tan básica como podría pensarse, pues propone unas implicaciones en su trama y unas reflexiones sobre los móviles de la venganza que la convierten en una cinta inquietante y con fuerza, porque además toca uno de los temas más polémicos del país.

Pero no es una película estrictamente sobre la realidad colombiana. Y es que lo que más les interesa a los hermanos Juan Felipe y Carlos Esteban Orozco, director y guionista respectivamente, es hacer cine de género. Ya habían incursionado en el cine de horror con Al final del espectro(2006). Ahora se la juegan con un thriller cargado de violencia y tensión.

Y aunque el cine de género descansa sobre unos recursos argumentales y narrativos conocidos y recurrentes, además del thriller ser el más popular y frecuente de los géneros cinematográficos, esta película consigue no ser predecible ni esquemática, aun manteniendo la familiaridad con este tipo de cine. La naturaleza de sus personajes, donde prácticamente se pierden las diferencias morales entre protagonista y antagonistas, más los ingeniosos giros de la trama, lo hacen un thriller original e impactante.

El cine de género siempre es sinónimo de industria, y una de las exigencias de esta es el empaque, la buena factura. En ese aspecto los realizadores también fueron muy cuidadosos, porque se trata de una cinta de buen nivel en cuanto a su producción, sin que necesariamente parezca una película costosa, lo cual es un mérito mayor. Desde las interpretaciones, pasando por la concepción visual, hasta –aunque en menor medida- las secuencias de acción, se evidencia un profesionalismo a la hora de plantear y materializar toda la película.

Pero habría que retomar el aspecto del tema para definir mejor los alcances de este filme. Porque si bien su interés está en desarrollar un sólido thriller, con la venganza como su base, sus realizadores tienen la inteligencia y determinación de proponer como origen de esta venganza los procesos de desmovilización en el país, así como el debate de fondo sobre la impunidad de los victimarios frente al reclamo de justicia por parte de las víctimas.

Sin perder de vista en ningún momento el thriller de venganza, el relato empieza y termina poniendo sobre la mesa los argumentos de las dos partes, aunque podría decirse que, con todo lo visto a lo largo de la historia, los realizadores dejan en claro cuáles son las consecuencias de la ley del talión. Eso sin echar discursos ni emitir opiniones ideológicas explícitas. Les bastó enmarcar acertadamente en el contexto nacional ese cine que les gusta hacer: cine de género que parecen conocer bien, y más específicamente, un thriller original en su planteamiento, visceral en su desarrollo y de sobresaliente factura.

Publicado el 14 de agosto de 2011 en el periódico El Colombiano de Medellín.  

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