Colección de héroes para cerrar un ciclo

Por Oswaldo Osorio

Con la película Los indestructibles 2 (Simon West) podría decirse que se cierra el primer gran ciclo del cine de acción. Este fue el último género cinematográfico de importancia en constituirse y esta película y su primera parte hacen como una suerte de recapitulación y síntesis de lo recorrido hasta ahora, además de tener el carácter de crepuscular, tanto por la edad de sus héroes como por el mismo sentido que se les da en la trama, el cual es sugerido por su título original: The  Expendables (los prescindibles).

Hace tres décadas el cine de acción no era un género cinematográfico, sino que, lo que el suspenso es para el thriller, la acción era para los westerns, las películas de aventuras o de ciencia ficción, es decir, un componente más. Pero después del éxito de tres películas y sus respectivas sagas (Terminador, Rambo y Duro de matar), el esquema se definió, se consolidó y no han parado de aplicarlo incontables cintas desde entonces. Nótese, además, que sus tres protagonistas son los héroes de acción que se constituyeron en el modelo para el género: Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Bruce Willis.

Esas características y elementos que se establecieron y convirtieron a la acción en género cinematográfico empiezan por el protagonista, quien es un hombre fuerte, inteligente, suficiente, intrépido, políticamente correcto y patriótico. Así mismo, cuando lo protagoniza una mujer tiene las características del hombre (Lara Croft, Resident Evil). Además, muchas películas complementan este héroe con un personaje jocoso que le hace contrapunto a su seriedad y a la gravedad de sus acciones.

Pero sobre todo, lo que determina a este género es que la acción (explosiones, tiroteos, peleas, persecuciones,  grandes efectos, etc.) ya no es un medio sino un fin, es decir, la acción se convierte en la razón de ser del filme y generalmente subordina el argumento, las ideas y la construcción de los personajes. Por eso estas películas siempre empiezan con una gran secuencia de acción, luego se detiene un momento para explicar unas cuantas cosas de la trama y volver rápidamente a otra secuencia de acción, y así sucesivamente.

De ahí que la mayoría de las tramas del género sean más bien simples. Para eso busca un enemigo arquetípico y común a toda una nación (léase Estados Unidos), que varía con los tiempos: comunistas, narcotraficantes, terroristas, etc. Por último, en sus historias termina prevaleciendo el bien, o al menos el orden establecido, y acaban casi siempre con un final feliz.

De manera que Los indestructibles (1 y 2), con su colección de héroes, la mayoría de ellos protagonistas del nacimiento del género en la década del ochenta, se presenta como un resumen de estos personajes y de las dinámicas (por no decir clichés) propias de este tipo de cine. Por eso es una película después de la cual, y desde hace ya algunos años, es imperativa la renovación del género.

El problema es que las limitaciones de sus componentes hace difícil pensar qué otra combinación se puede hacer con el esquema “pata-puño-persecución-explosión”. Y en ese sentido, la única salida posible es que la acción vuelva a su origen, es decir, a que no sea una finalidad de la película misma sino un componente de ella.

Esto en cierta medida se presenta desde hace algún tiempo por vía de la mezcla de géneros, donde un thriller como Contracara o cintas de ciencia ficción como la saga de Matrix, por ejemplo, centran la esencia de su propuesta en lo que define a estos géneros y la acción solo es un componente, aunque imprescindible, complementario.

Publicado el 7 de octubre de 2012 en el periódico El Colombiano de Medellín.  

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