Técnicas para evadir el lugar común
Por Oswaldo Osorio
Siempre es una grata sorpresa encontrarse con una de esas películas que lo tienen todo para ser un fiasco, pero que saben esquivar los caminos fáciles y terminan siendo obras estimulantes. Eso ocurre con esta cinta, pues sus componentes daban para que fuera una película lugar común y complaciente: historias de amor entre parejas improbables, extranjeros en una ciudad exótica y tropical, triángulos amorosos, la cercanía de la muerte y vidas cruzadas por la tragedia, la poesía y el vicio.
Sin embargo, y a pesar de lo enumerado, su director no explota estos aspectos para sacarle una emoción o una lágrima fácil al espectador. Maneja estos y otros elementos sin ser predecible ni efectista, pues opta por ir despacio y, de manera sugerente, va dibujando a sus personajes con el misterio inicial que los envuelve y el futuro que les espera.
Es cierto que su final no es ninguna sorpresa, puesto que uno lo supone, incluso lo desea –y hasta el afiche ya algo anuncia–, no obstante, el sentimiento que se impone durante el relato es el de la expectativa sobre el origen y naturaleza de esos personajes y sobre la historia que van protagonizando. Es una expectativa que el director sabe crear y luego, de a poco y sin dramáticos giros, nos va develando sus vidas y suministrando respuestas.
Se trata en esencia del encuentro de unas personas que están en el filo de la vida, en especial la pareja protagónica, pero también las otras dos mujeres en los roles secundarios. La expectativa en parte es creada no porque, como generalmente sucede en la ficción, los personajes buscan su redención, sino que aquí no se hace evidente esa heroica pulsión de tratar de cambiar la vida; en lugar de esto dudan, parecen despreciar la existencia o resignarse a la que tienen, y solo en el fondo de sus ojos hay un leve brillo que parece querer lo contrario.
Además, en esa lucha interna de los personajes (que muy poco se manifiesta entre ellos, y eso la hace una película más inteligente), hay una contraposición entre el deseo y un amor que no ofrece más que la platónica cercanía y convivencia. Este pulso entre esas dos fuerzas, que en otros casos se podrían adjetivar como turbulentas, aquí también es llevado con sutileza, sin las grandes escenas de enfáticos sentimientos propias del conflicto entre amor y sexo.
Esta cinta también se pudo haber llamado Casablanca o Guadalajara, porque la ciudad en la que se desarrolla la historia en realidad no importa mucho. Su título original es mucho más acertado, L'homme de chevet, algo así como “el hombre de cabecera”. Igual la presencia de Margarita Rosa de Francisco, que funciona apenas de acuerdo con la exigencia del personaje. No desentona ni deslumbra, como suele ser ella siempre cuando actúa en cine.
En todo caso, es una película que por el azar del lugar en que fue rodada llegó a nuestra cartelera, y que a pesar de que en ella todo podía salir mal, resultó ser una sutil pieza que, con su bajo perfil y sin grandilocuencias, consigue cautivar con el misterio y la naturaleza de sus personajes, así como con lo que resulta de su improbable encuentro.
Publicado el 26 de diciembre de 2011 en el periódico El Colombiano de Medellín.
FICHA TÉCNICA
Título original: L’ Homme De Chevet
Director: Alain Monne
Guión: Alain Monne, Nathalie Vailloud, basada en la novela de Eric Holder.
Productor: Thierry Wong, Pierre Forette, Christine Gozlan, David Poirot, Teddy Percherancier
Fotografía: Antoine Roch.
Reparto: Sophie Marceau, Christopher Lambert, Margarita Rosa de Francisco, Rodolfo De Souza, Linett Hernandez Valdez.
Francia – 2009 - 93 min.
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