Tratado sobre cómo no hacer amigos
Por Oswaldo Osorio
La mayoría de las personas vienen al mundo teniendo una familia, muchas incluso también con bienes materiales, pero no con amigos, porque los amigos hay que ganárselos. Y eso es lo que, a pesar de su edad, nunca había entendido Francois, el protagonista de esta película. Hasta que muy tarde se lo dijeron las personas con las que él se relacionaba y a quienes, negligentemente, consideraba sus amigos.
Por eso, en principio, ésta es la historia de un hombre que apuesta con sus conocidos a que en diez días les demostrará que sí tiene un “mejor amigo”. Pero apostar con la amistad es la primera de una serie de torpezas que Francois comete en relación con este sentimiento. Esas torpezas serán la base de esta comedia. Aunque en su deseo de aprender a hacer amigos y sus patéticos fracasos en tal empresa, es que la cinta alcanza su dimensión crítica y reflexiva, pero no con demasiada profundidad, porque tampoco es su intención, sino que lo que busca esta película es ser divertida y emotiva a un nivel que toque a un público amplio, eso sí, sin hacer demasiadas concesiones.
Más que hablar expresamente de la amistad, la película propone ser un pequeño tratado, no exento de ironía y humor, sobre cómo no tener amigos. Y para hacerlo nos presenta al personaje de Francois con una colección de defectos que no le huyen a la caricatura y que son el antídoto perfecto para conseguir congéneres que lo estimen, aunque sea sólo un poco. Básicamente, lo importante para Francois es él mismo y sus posesiones, es decir, es un egoísta rematado y un materialista sin asomo de humanidad, lo cual no excluye que sea cortés y bien educado.
Pero Francois no es simpático, ni sonriente, ni sincero, que son las palabras clave que le propone Bruno para poder conseguir amigos. Porque Bruno lo está asesorando en esta empresa, aunque lo paradójico es que a pesar de que este hombre sí cumple con todos esos requisitos, tampoco tiene amigos. Es una ironía con la que juega Patrice Laconte, que este personaje sea un maestro sin práctica, también un desvalido social, con lo cual se echan por tierra todas las fórmulas que aquí se proponen para acceder a la amistad.
Por eso, aunque parezca una película un poco ingenua y complaciente con el espectador, es una cinta muy inteligente, tanto en observar la conducta y naturaleza humanas como en ponerlas en evidencia con respecto a la sociedad. Porque la historia y sus personajes siempre están poniendo de relieve es al individuo en relación con la colectividad, y es de esta manera que se pueden apreciar en este filme ciertas sutilezas que plantean una crítica y reflexionan sobre el hombre y la sociedad, característica que ya se le había visto en otras dos cintas suyas, Ridículo y La Viuda.
De manera que, disfrazada de comedia ligera y con una trama que desde el principio se le adivina incluso su desenlace, esta película cuenta una historia emotiva, divertida y con unos momentos de verdadero patetismo que resultan muy elocuentes con el tema, porque ponen en evidencia a los personajes y sus debilidades, porque nos presenta a una pareja que sabemos que van a unir sus soledades, pero que nos hace interesar es en cómo va a ser todo el proceso. Una película con un buen tono, a pesar de lo predecible y por momentos sensiblera, que termina con una moraleja evidente pero sin que tal cosa llegue a molestar.
Publicado el 2 de Noviembre de 2007 en el periódico El Mundo de Medellín.