Realismo, efectismo y primitivismo
Por Oswaldo Osorio
Hace quince años Martin Scorsese realizó una película sobre Cristo y despertó una polémica mayor que el filme de Mel Gibson, a pesar de ello el público no asistió masivamente a verla. Aunque es cierto que La última tentación de Cristo fue censurada en muchos países, de todas formas, en contraposición a ella, el fenómeno de masas en que se ha convertido La pasión de Jesucristo en buena medida tiene su razón de ser en cuestiones cinematográficas, como el realismo, el efectismo y su propuesta narrativa.
Lo primero (y tal vez lo único) que se le debe reconocer a esta película es que es una puesta al día de una historia que ya todo el mundo conoce y de la que se han visto muchas versiones. Esa puesta al día implica nada menos que contar la misma historia con los recursos y esquemas del cine actual, y del cine de Hollywood en este caso específico.
El primer elemento que propone esta actualización en relación con películas como El Mártir del Calvario o la versión de Zeffirelli, que son las más populares, es el realismo. Hay muchísima diferencia entre aquellas imágenes en que el mexicano Enrique Rambal apenas si se despeinaba con los latigazos y éstas crudas y explícitas de la brutal flagelación recreada por Mel Gibson. Ese realismo consigue conectar con el espectador (en un grado que puede depender de su devoción) y transmitir de forma efectiva el dolor padecido por Cristo, el hombre.
Pero se trata de un realismo en cierta medida estilizado y hasta estetizante (se buscó crear una fotografía al estilo de Caravaggio), el cual entra casi siempre en conflicto con la brutalidad de las imágenes, cuya crudeza llega al extremo de convertirlas en candidatas para una antología de cine gore, ese género marginal en el que por el exceso de sangre y vísceras se pierde todo el sentido de crueldad para acercarse más a la fascinación paródica por la violencia. Esto sin duda puede ser contraproducente con la intención de apelar al realismo, pero eso depende de lo impresionable o creyente que sea cada espectador.
La frontera que hay entre esas imágenes realistas y el gore está definida en esta película por el efectismo. Entiéndase por esto la intención de causar de forma artificial y evidente un efecto en el espectador apelando ya sea a recursos técnicos (efectos especiales), narrativos (flshbacks) o de puesta en escena (maquillaje). El ejemplo más claro de efectismo es la flagelación. Mientras que los evangelios la resuelven apenas mencionándola, Gibson le dedica una larga e impresionante secuencia cargada de detalles. Igual ocurre con el enfático uso de la cámara lenta, con casi todos los flashbacks que sirven menos para narrar (su función esencial) que para causar impacto o también con todas esas imágenes sugestivas, como el demonio que siempre está rondando o los tormentos de Judas y los espectros que le salen de las paredes para hacer saltar al espectador como si de una película de horror se tratara.
Tampoco es gratuito que el relato dé cuenta de las últimas doce horas de la vida de Jesús, pues se trata justamente del lapso en que se concentra más la acción, pero la acción externa (aprensión, juicio, tortura, calvario, crucifixión), es decir, se concentra más en el sufrimiento físico, porque el espiritual implicaría largos diálogos, reflexión, profundizar en los personajes y todas esas cosas que tiene una película como la de Scorsese y por lo que al gran público no le pareció atractiva para verla en masa.
A esta simplificación en la acción corresponde una simplicidad en la narración que raya con el primitivismo. El relato es una sucesión de imágenes impactantes y bien cuidadas, a la manera de los vitrales de las iglesias que dan cuenta de la pasión, pero sin ningún sentido de progresión dramática. Por eso, se trata de una puesta al día interesante como fenómeno comercial y que puede ser valiosa y hasta oportuna para el discurso religioso, pero que en términos cinematográficos no significa nada, incluso un retroceso.
OTRAS VERSIONES DEL TEMA
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La vida y pasión de Jesucristo (Ferdinand Zecca, Lucien Nonguet, 1905, Francia)
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From the Manger to the Cross (Sidney Olcott, 1912, USA)
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Jesús de Nazareth (director sin crédito,1928, USA)
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El mártir del calvario, (Miguel Morayta, 1952, México)
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El evangelio según San Mateo (Pier Paolo Passolini,1964, Italia)
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Jesús de Nazareth (Franco Zeffirelli, 1977, Italia)
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Jesús (John Kirsh, Peter Sykes,1979, USA)
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Un niño de nombre Jesús (1987, Franco Rossi)
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El día que cristo murió (James Cellan-Jones, 1980, USA)
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La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988, USA)
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Jesús of Montreal (Denys Arcand, 1989, Canadá)
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Jesús (Roger Young, 2000, USA)
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The Gospel of John (Philip Saville, 2003, Canadá-Francia)