Los ricos también lloran
Oswaldo Osorio
Después de despacharse a Polonia y los Países bajos, Hitler envía a su poderoso ejército lanza en ristre contra Noruega. Un opulento, civilizado y neutral país que poco había sabido de guerras en su historia. Sus opciones eran rendirse a la ocupación nazi o resistir, pero para llegar a esa decisión, que en últimas debía tomar el rey Haakon VII, el relato primero construye todo el contexto histórico, familiar y político del monarca para darnos una visión ciertamente distinta de un particular capítulo de la Segunda Guerra Mundial.
Es una película de nazis donde casi no hay nazis, lo cual ya es una variación interesante. Todo el relato y el drama se concentran en el rey y su cotidianidad en este momento extraordinario. También, a manera de sub trama, en los honestos esfuerzos del embajador alemán por evitar un desenlace violento de la ocupación que cínicamente sus compatriotas llaman protección, al mejor estilo de los gánsters.
Es difícil entender el papel de un rey que ha sido elegido por el pueblo y que no gobierna realmente, pues estas funciones las tiene un primer ministro y una especie de cámara de diputados y ministros. Y sin embargo, el papel simbólico de esta figura y la devoción de casi todos los noruegos le otorgan un poder que este anciano debe desempeñar con calma y sabiduría, eso a pesar de la presión de su hijo Olaf, quien sí está cansado de ser una figura decorativa.
Entonces la película se esfuerza por mostrar al monarca en situaciones, ya domésticas, sobre todo de juego e intimidad con sus nietos, o donde aparece igualado al nivel de cualquier persona que quiere sobrevivir, como las escenas en el tren o cuando corre por el bosque ocultándose de un ataque aéreo. Es evidente ese esfuerzo del relato por humanizarlo, lo cual ciertamente resulta la esencia de esta historia y la razón de la empatía que puede haber con el protagonista, pero también por momentos ese esfuerzo se hace muy evidente y hasta torpe.
De fondo, también el relato dibuja la personalidad de un país en su integridad ética y su orgullo nacional. Un país tranquilo que lo tiene todo y que es una de las primeras víctimas de la fuerza más devastadora de todo el siglo XX. Desde el soldado casi adolescente hasta el cuerpo de gobierno, asumen una posición de entereza en ese aciago momento, y la película sabe recrear este sentimiento y hacer de él la fuerza e interés de esta historia. Un episodio mínimo al lado de la hecatombe que estaba por llegar, pero por poco que parecía que iban a perder los noruegos, para ellos lo era todo.
Publicado el 27 de 2018 en el periódico El Colombiano de Medellín.