Un thriller sin suspenso
Por: Oswaldo Osorio
Las tres características más inmediatas de un thriller son el suspenso, la intriga y la tensión. Claro, otra de las características es que se trata de uno de los géneros cinematográficos más medidos y calculados en su construcción, todo en función de los efectos que producirá en el espectador, en especial a partir de los tres efectos ya mencionados. Esta película es un thriller que, extrañamente, carece de esas cuatro características, lo cual podría ser muy interesante si se explotara bien ese carácter atípico, pero también puede resultar bastante contraproducente, como a la postre ocurrió con este relato.
Y es que este filme de la directora argentina Lucía Puenzo (XXY, El niño pez), es un thriller en sus componentes, pero en su narración desatiende las reglas y elaboración propias del género. Es por eso que se trata de un thriller sin suspenso ni tensión y con la intriga apenas insinuada por la presencia de un (no del todo) enigmático personaje y unas leves pistas de que algo fuera de lo común ocurre en la población de Bariloche y con algunos de sus habitantes.
De frente a este personaje y en medio de lo que se pueda estar urdiendo en aquel pueblo, hay una familia desde cuyo punto de vista se cuenta la historia, así como una niña, la hija del medio, que funge como narradora. (A partir de aquí se cuentan datos reveladores del argumento). De manera que la trama se empieza a desperdigar por las distintas relaciones que tiene el personaje en cuestión, un médico alemán, ya con la familia, con la niña o con los otros alemanes del pueblo.
Solo paulatina y tímidamente se le va develando al espectador la conexión del pueblo con los nazis y la posibilidad de que aquel personaje sea el mismísimo Josef Mengele, el llamado Ángel de la muerte, tristemente célebre por sus experimentos con prisioneros en busca de un mejoramiento de la raza. Ante este panorama, en lugar de presenciar una tensionante historia sobre nazis en la clandestinidad, experimentos mortales, cazadores de nazis y la vulnerabilidad de una familia en medio de este escenario, la directora se decide por un tibio thriller que no hace ningún tipo de énfasis, ni en sus temas ni en sus personajes ni en su narración.
Desde el mismo título de la película (Wakolda, el nombre de una muñeca que tiene la niña), la directora (quien también escribió la novela sobre la que se basa el filme) elude los mencionados énfasis, confiando en que la situación por sí sola tendría el interés suficiente para enganchar al espectador. Pero la verdad es que, aun siendo una película cuidada y con todos los elementos necesarios para ser un buen relato, en últimas termina siendo una historia con mucho potencial pero desaprovechada en casi todos sus aspectos.
Publicado el 4 de mayo de 2014 en el periódico El Colombiano de Medellín.