Una fábula contra la rutina

Por Oswaldo Osorio

La rutina puede quebrar el espíritu hasta del más paciente. Es una muerte en vida repitiendo los mismos gestos y las mismas acciones. Sofía se había dado cuenta de esto y tomó una decisión para solucionarlo: dejar a su marido e ir a conocer el mar. Pero no por esto se trata de una típica historia de ruptura y liberación, sino más bien de un cambio de perspectiva y un salirse del propio cuerpo un tiempo, que es bueno para todos cada tanto. Con este material Andrés Burgos cuenta una historia sencilla, encantadora, cuidada visualmente y con un tipo de humor inédito en el país.

Burgos alguna vez fue cortometrajista, es libretista y también un escritor con varias obras literarias publicadas. Sin importar el medio, su talante parece ser el de un narrador al que le gusta ser eficaz con sus relatos, pero no por vía de la elementalidad, sino encontrando el complicado camino de la sencillez. En esta película se evidencia eso, pues se trata de un relato que, con economía de recursos, habla en profundidad de sus personajes y cuenta una historia que trasciende la mera anécdota.

La película da cuenta del universo femenino, en especial del de las mujeres definidas por las características de Sofía (una mujer mayor, casada hace cuarenta años y opacada por la rutina), pero lo más sorprendente es que lo hace sin palabras, sin que su protagonista tenga que decir nada. Por eso se trata de una mujer definida por su contexto y por la relación que tiene con quienes la rodean.

Y no es que sea una mujer que no hable, sino que poco tiene que decir y tampoco le dan mucha oportunidad de hablar. No obstante, ella sabe lo que quiere, por eso es que no necesariamente es una historia de liberación, porque no es que ella esté aburrida con su vida, sino que simplemente necesita un cambio de aire para continuar viviendo. Esta historia es ese cambio de aire, del que ella regresa agradecida y renovada, incluso para continuar con esa rutina con la que está tan cómoda.

De esta cinta llama mucho la atención su concepción visual y narrativa. Es una obra construida con imágenes cuidadas, incluso a veces contemplativas. Con planos que no gastan ningún afán y que son consecuentes con la bucólica tranquilidad de los espacios, sus personajes y el relato. La mirada al paisaje, los elementos de la puesta en escena y el manejo del color dan la idea de una suerte de fábula, en este caso una fábula de la cotidianidad y en contra de la rutina.

El eslogan de esta película dice: La rutina te espera todos los días, los sueños no. Y eso es precisamente esta historia, un viaje de la rutina a los sueños y luego de los sueños a la rutina, y en el camino es capaz de construir un personaje elocuente y dimensionado (en lo que mucho tiene que ver la contenida pero sugerente actuación de Carmen Maura), así como una sobria e ingeniosa concepción de la comedia y una fábula llena de sencillez y encanto.   

Publicado el 12 de agosto de 2012 en el periódico El Colombiano de Medellín.

  

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