Rompecabezas con exceso de piezas

Oswaldo Osorio

El thriller parece no dársele bien al cine latinoamericano. Con esfuerzo se pueden citar un grupo no muy numeroso de películas que han estado a la altura del género más constante y recurrido de la historia del cine. Por lo general se antojan demasiado simples y predecibles o, justo por evitar eso, tan complicados que se hacen ininteligibles, cuando no es que naufragan en el intento por combinar equilibradamente la identidad regional con los esquemas del género en Hollywood.

A esta condición podría sumársele otra que resulta cuando se trata de coproducciones de cine de género (la película está hecha entre Colombia y Perú), pues son productos pensados con unas intenciones comerciales más ambiciosas, películas que abarcan un público mayor, idealmente latinoamericano, pero al menos de los dos o tres países participantes. Esto casi siempre ha determinado que estas historias queden en un limbo dramático y representacional entre la falta de una identidad concreta y los gruesos esquemas y estereotipos propios del cine de género (eso sin mencionar la disparidad de acentos).

El elefante desaparecido (2014) encaja en esta descripción, eso a despecho de la expectativa que se tenía con Javier Fuentes-León, cuya anterior película, Contracorriente (2009), es uno de los mejores filmes que se han hecho en los últimos años en el cine latino. En este nuevo filme está también ese pulso firme  para la puesta en escena (atmósferas e interpretaciones principalmente), pero forzado a las reglas del cine de género, por lo cual se antojan artificiales sus personajes y situaciones.

Pero todo esto parte de un guion que está cargado de artificios, con recursos harto transitados en los thrillers, como la idea del rompecabezas, del otro yo, la incertidumbre entre realidad y ficción o las pistas que van llegando a la manera de una carrera de observaciones (tipo Seven o Ángeles y demonios). Y si bien estos son elementos comunes en el género, el problema es que aquí están todos juntos, dándose estrujones unos con otros y confundiendo al espectador, pero no en el sentido habitual del thriller, de crear falsas pistas y suspenso, sino que es una desorientación en la lógica en que funcionan las cosas.      

Se trata de la historia de un escritor que, mientras busca a su esposa desaparecida, quiere matar al personaje que lo ha hecho famoso. Los dos conflictos están unidos por esos recursos antes mencionados pero de forma complicada y a veces ininteligible, razón por la cual el espectador casi siempre está desentendido de lo que ocurre en la pantalla y por eso poca o ninguna empatía siente por su protagonista. Solo al final participan al espectador en la trama y el misterio dándole una rápida y poco satisfactoria explicación de lo sucedido, pero para entonces, el público ya ha abandonado la historia, aunque siga sentado en la butaca.

Publicado el 19 de abril de 2015 en el periódico El Colombiano de Medellín.

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