A propósito de Vartex: III Muestra de Video y Experimental, que este año tiene como eje central la video danza, presentamos este texto de una de las personas que más conoce del tema  en el país y quien es curadora de este evento. El texto define esta forma expresiva y plantea un panorama general de la video danza nacional.

Luces, cámara, sonido, cuerpo, acción: grabando

Paula Villegas H.

El video danza, la video danza, cine danza, cine de danza… aún no se estabiliza el nombre de un cierto tipo de creación que recoge experiencias de diferentes campos del arte. No define su género y tampoco se compromete con un solo soporte, es un terreno expresivo relativamente joven, pero es claro que su materia está compuesta de un encuentro que lleva, por diferentes caminos, varios siglos de experimentación: la imagen y el movimiento, campos que inmediatamente nos conectan con el espacio, el cuerpo y el sonido. No se trata solamente de una frontera en la que se encuentra el cuerpo con la cámara, es habitar unos terrenos que en sí mismos liberan batallas para encontrar su propia manera de conocer el mundo y hablar de él.

La video danza recoge, entonces, varios caminos en sí mismos integradores, uno de ellos es la exploración del video y su encuentro con el arte; otro, el encuentro del cuerpo y el espacio escenográfico con los nuevos medios. El primero tiene su máxima expresión en las posibilidades de los medios audiovisuales, la experimentación con el ritmo, el tiempo, la elipsis, el viaje entre escenas, la fragmentación del cuerpo y el espacio, es la potenciación de las posibilidades en la experimentación con el lenguaje del medio creando obras que van y vienen aprovechando diferentes narrativas y géneros: ficción, no ficción y, claro está, el video arte. Las primeras creaciones que se inscriben en este terreno se realizan entre 1987 y 1989, entre ellas se encuentran los trabajos realizados por la belga Anne Teresa de Keersmaeker, Hoppla (1989), del canadiense Wolfgang Kolb; La la la Human Sex Duo N.1 (1987), de Edward Lock y Bernard Herbert; y los franceses Daniel Larrieu y Jean Luis le Tacon, coreografo y realizador respectivamente, con Waterproof (1988).

Por otro lado el encuentro de espacio y el cuerpo con los nuevos medios, encuentro en el que el escenario se vuelve sensible y la interacción del cuerpo en el espacio es lo que activará otro tipo de manifestaciones o apariciones en la imagen o el sonido. Por esta vertiente el trabajo interdisciplinario se da también en el desarrollo de software que permitan esa sensibilización. Se incluyen sensores tanto en el espacio como en el cuerpo del bailarín. Es un terreno que hereda toda la experimentación de la danza y la escultura como un proceso de desmaterialización del cuerpo en el espacio.

La video danza no sólo es una nueva forma de arte, sino más bien un momento en el que la herencia estética, el avance de los mecanismos de percepción, las diferentes posibilidades narrativas y expresivas del lenguaje del cuerpo y el audiovisual se dejan llevar por otros caminos del arte. Hace parte del amplio panorama de la evolución hacia el trabajo integrador de diferentes medios. Por un lado, aprovecha todo el proceso audiovisual del cine experimental y todas las posibilidades técnicas del video, principalmente la experimentación del video arte, también recoge el proceso de experimentación con el cuerpo como soporte y el espacio de la obra como un espacio sensible.

Por otro lado, recoge las rupturas que hace la danza con los convencionalismos del academicismo clásico, toda la exploración con el cuerpo, el movimiento, la coreografía, la narración y el espacio pasando por el nuevo aire de la Danza Moderna y la Nueva Danza hasta las propuestas eclécticas que se funden con el performance y, por último, todo el camino de experimentación con el sonido, ámbito que recupera y potencia la capacidad del ready made, configurándose éste como el espíritu que buscan casi todas las creaciones que marcan el inicio de la video danza, tanto música, cuerpo, objeto, cine, video y demás expresiones y soportes reunidas en esta práctica artística, tienen una búsqueda fundamental en la vida y su cotidianidad: sus objetos, sus ritmos, sus movimientos, sus situaciones.

 En Colombia también bailamos y grabamos

La historia de la video danza en Colombia tiene un camino que se relaciona con las exploraciones inherentes al encuentro de un ser humano con este mar de posibilidades creativas. Por lo tanto, el tipo de creación en este campo que hemos desarrollado en Colombia se relaciona directamente con las exploraciones y los límites creativos que poseen en nuestro contexto las diferentes expresiones que en ella se reúnen. Hemos ido aprendiendo a llevar ese límite a otras fronteras y con ese movimiento hemos ampliado el terreno de nuestra video danza.

Desde los primeros ejercicios hay un interés por ver el cuerpo habitando sus espacios cotidianos, explorando con el movimiento cómo es ese habitar y reconstruyendo el espacio y el cuerpo con la magia que permite el video. Una de las primeras obras que hacen esta búsqueda es En el baño (2007) de Vivián Rojas. Posteriormente este interés se expandirá a diferentes espacios conservando el interés del movimiento que se genera en el habitar y en lo audiovisual como la herramienta para observar, traslapar, fragmentar, cortar, ralentizar y viajar en diferentes tiempos de un mismo espacio.

Se genera también todo un proceso que integra esto a una pretensión narrativa, los personajes empiezan a tener unos roles frente a la cámara que van más allá del movimiento y se convierten en protagonistas de una historia que puede ser una comedia, una historia de amor o una historia de desamor, como es el caso de ¿Bailamos? (2009), de Oscar Molina, y Movi-dos (2010), de Felipe López. Hay también un encuentro que explora aun más en el campo audiovisual e incorpora la experimentación con el dibujo y su animación cuadro a cuadro. Es el caso del El sol brillará de nuevo (2010), de Camilo Carvalho, y Táctil (2014), de Laisvie Ochoa Gaevska.

La historia de la video danza es una historia muy breve, estamos apenas conociendo un terreno que nos permite encontrar otras –nuevas- respuestas a viejas preguntas de las diferentes prácticas artísticas que recoge, es una nueva forma que es propia de nuestro tiempo y, por lo tanto, puede ser una de las mejores expresiones para hablar del mundo que habitamos con estos cuerpos, con estos movimientos, con estas historias y con estas miradas.

Publicado el 10 de mayo de 2015 en Generación del periódico El Colombiano de Medellín.

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