Los malos la pagarán

Por: Oswaldo Osorio

Es un hecho que el mundo cambió después del 11 de Septiembre. Hollywood también, aunque no tanto como podría esperarse. Sólo últimamente están apareciendo algunas películas que miran directo al conflicto en y con el medio oriente. Esta película, del actor segundón y ahora director emergente Peter Berg, pretende tomarse en serio el asunto, incluso hace algunos gestos en función de ello, los mismos que luego se pierden entre el fuego y la humareda de tanta metralla y explosión.

La historia parte de un grave atentado a una base estadounidense en Arabia Saudita. Ante la indignación, no sólo por el hecho mismo donde murieron cientos de civiles, sino porque por recomendación diplomática el gobierno no emprendió ningún tipo de acción, cuatro agentes del FBI viajan secretamente y pretenden dar con los culpables en sólo cinco días. Su objetivo básicamente es encontrar a los culpables y castigarlos. Ésa es la moraleja de esta historia, y el director no hace mucho esfuerzo en ocultarla: que los norteamericanos, haciendo alarde de que son los mejores en esos menesteres, siempre están en plan de juzgar y castigar. Y lo propio hacen sus antagonistas, según reza la línea final de la moraleja.

De manera que la película, para desarrollar su tesis, apela a aquella ley de opuestos sobre la que ha sido construido Hollywood, esto es, la lucha entre buenos y malos. Los argumentos, los distintos puntos de vista o las variables del conflicto que se pueden ver en Syriana (Stephen Gaghan, 2005), por ejemplo, no aparecen por ningún lado. A pesar de los “gestos” que intentan darle densidad a los personajes o a las circunstancias políticas, en esencia lo que se impone es el thriller de acción con sus enfrentamientos, persecuciones, tiroteos y explosiones.

Al parecer hay una intención de mostrar la posible cooperación entre agentes de distinta nacionalidad y cultura, unidos contra un enemigo común, el terrorismo, pero resulta demasiado evidente el afán de demostrar que no todos en el Medio Oriente son malos y de ahí el esfuerzo de crear una simpatía por el oficial saudí. Habla inglés, es noble, termina siendo amable y lo muestran jugando con su familia y hablando de ella, luego de lo cual el espectador suspicaz sabe quién morirá al final. Porque todo termina siendo una fachada, una película con pretensiones de hablar de un problema, pero termina apenas usándolo de excusa para hacer lo que otras ya han hecho mucho sin tener que recurrir a argucias de cine “comprometido”.

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