Lo que necesitaban las mujeres

Por Oswaldo Osorio

“Basada en una historia real. De verdad.” Este texto con que se inicia la película inequívocamente marca el tono en que estarán planteados el relato y la historia, esto es, una ficción construida a partir de una anécdota que resulta difícil de creer, de la que hay que enfatizar que es cierta y que se relata como quien cuenta un sorprendente y divertido hecho en una reunión.

Y efectivamente, la conocida anécdota sobre el inventor del vibrador eléctrico, el doctor Joseph Mortimer Granville, sustentada en la supuesta dolencia de la histeria femenina hacia finales del siglo XIX, es la base de una historia narrada con desenfado y cierta complacencia para con el espectador. Es por eso que se trata de una película entretenida pero predecible, que busca a un público cómodo con la peculiar historia y sus personajes, reconfortándolo con un tono jocoso que está remarcado por una música siempre en clave de divertimento.

Es cierto que de fondo pone en evidencia a la sociedad victoriana con todas sus taras puritanas y prejuicios, así como una hipotética lucha por los derechos femeninos, que evidentemente aquí exageran, pero que ciertamente da cuenta de la represión social y moral a la que estaban sometidas las mujeres.

El principal recurso para dar cuenta de esta situación social y moral es la creación de unos personajes estereotipados, y en principio inflexibles, que representan las diferentes actitudes que definen a la sociedad londinense de la época. El mejor ejemplo es la contraposición entre las hermanas, quienes representan, por un lado, las buenas maneras y obediencia a las costumbres sociales, y por el otro, la rebeldía ante esas costumbres y un comportamiento que, en ese contexto, es visto como errático y díscolo.

Pero evidenciar que se trata de personajes estereotipados no necesariamente es una crítica, porque se puede ver también como un recurso propio de las comedias y los cuentos morales (que en este caso se trata de ambas cosas) para ser eficaz en sus propósitos, ya sea crear humor a costa del carácter de sus personajes o dejar muy claro el mensaje sobre unas ideas específicas.

Con un humor inteligente, que siempre está jugando sutilmente con el doble sentido, el relato hace sus planteamientos con un tono entre en serio y en broma, dejando clara su posición frente a lo ridículas y peligrosas que pueden llegar a ser ciertas ideas de las convenciones sociales, incluso en una sociedad aparentemente progresista como la del Londres del siglo XIX. 

Entretenida, complaciente, predecible y hasta algo ligera, así es esta película. Y esos son adjetivos que en otro contexto acusarían un defecto, pero todos esos elementos juntos y en relación con la simpática anécdota que le da origen a la historia, dan como resultado una cinta bien hecha, agradable y consecuente con lo que quiere como relato y lo que busca en el espectador. 

Publicado el 23 de septiembre de 2012 en el periódico El Colombiano de Medellín.  

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