Una guerra se hace con mentiras

Por Oswaldo Osorio

Los fanáticos del cine de acción tal vez salgan decepcionados de esta película. Y es que está siendo anunciada como una cinta de acción y, para ajustar, es protagonizada y dirigida por los mismos que hicieron la exitosa saga de Jason Bourne. Sin embargo, de acción tiene muy poco, prácticamente solo la secuencia del clímax. En lugar de eso, el espectador se encontrará con un intenso y contundente thriller de espionaje ambientado en la guerra de invasión a Irak y con un marcado tono de denuncia política.

El director inglés Paul Greengrass ya tenía un reconocimiento en el cine político con filmes de gran fuerza como Domingo sangriento (2002), Omagh (2004) y Vuelo 93 (2006). Las dos últimas entregas de la saga de Jason Bourne fueron una sorpresa para quienes lo conocían, porque no se le veía como un director de cine de acción, y aún así, supo hacer la diferencia y crear dos películas que tomaron distancia de las convenciones del género, sobre todo por la estética realista con la que fueron concebidas.

Esta nueva película, que es una adaptación del libro de un analista político y corresponsal del Washington Post en Bagdad, es la perfecta combinación de esas dos facetas del cine de Greengrass: la envolvente acción realista que se le vio con Jason Bourne combinada con la solidez y complejidad de su contenido político. Pero sobre todo, el tono de denuncia es el que se impone en la propuesta de esta cinta.

Porque tal vez sea la primera producción comercial que habla claro y en voz alta sobre la gran mentira de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Irak, que fue con lo que Estados Unidos justificó la invasión en 2004. La administración Bush, junto con la vergonzosa complicidad de la prensa, son aquí puestos en evidencia, así como las contradicciones que se dieron al interior de las agencias del gobierno y del mismo ejército.

Lo significativo aquí es que estos cuestionamientos políticos son hechos por una película de consumo masivo, que además llega luego de que el gran público y la Academia de Hollywood le dieran su bendición a una película como Zona de miedo (Katherin Bigelow), con su discurso patriotero y la idealización del héroe descerebrado que valientemente lucha en Irak por la democracia. La cinta de Greengrass, en cambio, propone un héroe pensante y cuestionador, cuyo patriotismo está más cerca de la búsqueda de la verdad que de seguir ciegamente las inconsistentes órdenes.

La dupla Matt Damon y Paul Greengrass, entonces, sorprenden de nuevo con una película que no es lo que parece, que si bien está cimentada en el cine de género y construida a partir de elementos muy atractivos para el gran público (incluyendo algunas dudosas concesiones), también es un filme que trasciende el mero entretenimiento y que, justo cuando acaban de salir las tropas gringas dando fin –al menos oficialmente– a la invasión, presenta sus argumentos y plantea un alegato sobre las dudosas razones que originaron esta abusiva guerra.

Publicado el 5 de septiembre de 2010 en el periódico El Colombiano de Medellín.

FICHA TÉCNICA
Título original: Green Zone
Dirección: Paul Greengrass
Guión: Brian Helgeland; inspirado en el libro “Imperial life in the Emeral City: Inside Iraq’s Green Zone” de Rajiv Chandrasekaran.
Producción:
Tim Bevan, Eric Fellner, Lloyd Levin y Paul Greengrass.
Música: John Powell.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Reparto: Matt Damon, Greg Kinnear, Amy Ryan, Brendan Gleeson, Jason Isaacs, Khalid Abdalla.
USA, Reino Unido, Francia – 2010 - 118 min.

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