Niñita adulta con niño

Por Oswaldo Osorio

ImageÉsta es una de esas películas que se destacan justamente por "hablar en voz baja". No hay en ella nada de estridente ni pretensioso. Su tema, el embarazo juvenil, propicio para ser escandaloso y dramático, es abordado con una naturalidad, frescura y sentido del humor que le quita toda la gravedad sensacionalista, pero sin dejar de ser por eso lúcida y reveladora en su tratamiento. Incluso no juzga moralmente a nadie, salvo a quienes quieren hacer juicios morales, como la enfermera del ultrasonido.

Juno es el centro de la historia, una joven de 16 años que queda embarazada de su mejor amigo. De la forma como ella toma con toda naturalidad el asunto, lo hacen sus padres, decide abortar y luego dar al bebé en adopción. La moral católica o puritana con que estamos acostumbrados a ver cómo la sociedad asume una rígida y sentenciosa posición, hace que esta presentación no sea menos que sorprendente. La duda que queda es si esta civilizada posición de los personajes del filme es por el tono de comedia de la historia o porque realmente existe un sector de la sociedad norteamericana que se toma estas cosas así de civilizadamente.

En la pantalla siempre está Juno, la cámara la sigue a todas partes. Es ella, o mejor, la joven actriz Ellen Page, quien lleva sobre sus hombros todo el peso del relato, o sería mejor decir la "levedad" del relato, pues el ritmo amable y constante, la mirada tranquila y espontánea del director a cada una de sus escenas y el tono de la historia en general, hace de esta película una experiencia agradable y placentera. Esto también ocurre por el optimismo de la historia en general, el agudo sentido del humor y la inevitable empatía que se siente por cada uno de los personajes.

En la película siempre se están llamando las cosas por su nombre, los eufemismos de doble moral no están presentes en la ética de sus personajes o en su concepción del mundo. De hecho, es en la franqueza donde reside toda la carga de humor y moderada irreverencia que la define. La madurez y lucidez con que asumen las cosas, desde los más jóvenes hasta los más adultos, es reconfortante. Incluso más de la cuenta. Por eso tal vez sea ése su único defecto, que el personaje de Juno es un poco inverosímil por momentos. Muchas veces no se ve hablar a la joven de 16 años sino a la ingeniosa e irreverente guionista del filme, tan irreverente como para cambiarse su ordinario nombre de Brook Busey-Hunt por el de Diablo Cody.

Esto podría estar justificado por el hecho de tratarse de una historia sobre personas especiales, salidas del molde, disfuncionales en cierto sentido. Su comportamiento y visión del mundo en contravía con lo que se tiene por "normal", es lo que los hace divertidos, atractivos y entrañables. Aunque es necesario destacar que sí hay una mayor simpatía de parte de la guionista y su director hacia los personajes femeninos. Podría verse claramente como una película feminista,  aunque sin ser panfletaria, como suelen serlo tales películas. El caso es que son las mujeres las que toman las decisiones y las que asumen las responsabilidades, mientras que los hombres son mostrados como inofensivos y bonachones (el padre), pusilánimes (el novio), reprimidos (el chico popular) o inmaduros (el marido que quiere adoptar).

Por otra parte, hay en esta película un elemento que se suele descuidar en muchas cintas, pero que aquí cumple un papel fundamental en enfatizar el tono del relato y trasmitir al espectador unas sensaciones complementarias con lo que está viendo. Este elemento es la música. Una cuidada banda sonora constituida por canciones entre tranquilas y sencillas, juguetonas y apacibles, que son recolectadas de entre artistas como Belle & Sebastian, The Kinks, Cat People o Kymia Dawson. Las bellas melodías que se escuchan contantemente de fondo, crean el ambiente perfecto para un relato definitivamente inteligente, honesto y muy agradable.

Publicado el 29 de febrero de 2008 en el periódico El Mundo de Medellín.

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