La realidad es el teatro

Por Oswaldo Osorio Image

Las historias de teatro en el cine casi siempre resultan estimulantes, tal vez por ese juego que se crea entre las dos realidades de ficción que propone cada una de estas artes. En esta película no se trata de combinar ambos lenguajes como curre en muchas ocasiones (Dogville, por ejemplo), sino de hablar del teatro en el cine, de hecho, está basada en una novela de Somerset Maugham titulada, precisamente, Teatro.

La protagonista de esta historia de cine y teatro es Julia, una mujer madura que lucha por mantenerse vigente, en el escenario y en la vida. En principio, sólo parece una lucha contra los años, pero en realidad se trata de una confrontación mucho más compleja y profunda: es contra los hombres, contra el medio artístico, contra la sociedad que no le da tregua por ser una figura pública y, en general, contra el abatimiento de la vida.

La aventura con un joven mucho menor que ella, para el final de la historia, prácticamente sólo fue una excusa para sacar lo mejor de su talento y los bríos e ingenio necesarios para impulsar su carrera y su vida. Es cierto que esta relación, como es natural, la conduce a una crisis, pero al parecer era una caída necesaria para salir de ella renovada y reivindicada.

El periplo emocional de Julia está acompañado por una comparsa de personajes ingeniosos y coloridos. Empezando por su viejo mentor y profesor de teatro, fallecido quince años atrás, que le da consejos y la confronta con cada situación. Como él, casi todos los demás personajes están cargados de una sofisticación y una sutileza que con sólo unos gestos, algunas líneas de diálogo y breves apariciones consiguen ser construidos para contribuir a una historia igualmente sofisticada, sutil e ingeniosa.

Todas estas cualidades evidencian la vena literaria de esta historia dotada de esa cáustica elegancia inglesa. Además, está dirigida por uno de los más interesantes y experimentados directores europeos, el húngaro István Szabó, a quien ya antes se le había visto visitar con mucha fortuna el universo de otras artes en películas como Mephisto (1981) o Encuentro con Venus (1991).

Tanto en el texto de Somerset Maugham como en la dirección de Szabó se evidencia esa sabia y precisa construcción de personajes y diálogos, así como el planteamiento de un argumento en el que, en apariencia, no suceden grandes cosas, pero que en esencia está tratando unos temas de significativa importancia, como el amor, la madurez, la realización profesional y la sabiduría, la de vivir, por supuesto, aun si quien posee esta sabiduría es una actriz aparentemente caprichosa y banal.

Pero si escritor y director son responsables de esta modesta joya de cine, no lo es menos Annete Bening, la actriz que lleva sobre sí el peso de todo el relato. Seguramente fue elegida una actriz norteamericana por razones comerciales, pero el caso es que Bening resulta aquí desbordante, encantadora y verosímil como esa actriz de teatro inglesa que vive montada en una montaña rusa de emociones.

No se trata de una superproducción, ni de una película demasiado llamativa, ni tampoco virtuosa en extremo, es una película sutil, ingeniosa y estimulante, porque juega con las historias del teatro y las del cine, porque está llena de personajes divertidos y apasionantes y porque deja una agradable sensación por su singular mezcla de ligereza y profundidad.

FICHA TÉCNICA

Being Julia
2004 - 103 min.
Director: István Szabó 
Guión: Ronald Harwood 
Fotografía: Lajos Koltai 
Producción: Robert Lantos 
Musica: Mychael Danna 
Reparto: Annette Bening, Jeremy Irons, Bruce Greenwood, Miriam Margolyes, Juliet Stevenson, Shaun Evans, Lucy Punch.

RECIBA EN SU CORREO LA CRÍTICA DE LA SEMANA