El hombre con el corazón roto

Oswaldo Osorio

El sufrimiento y las adversidades emocionales son en buena medida la materia prima de los relatos de ficción. Con tal material se crean dramas o melodramas de intensidad variable y argumentos que lo aprovechan para construir sus giros, progresiones narrativas y sorpresas. Aunque el argumento de esta película es un material recurrente en muchas historias de este tipo, propone sustanciales diferencias en la forma en que construye su relato y en el tono de la dramaturgia que elige para su puesta en escena.

Durante los primeros minutos, el relato se concentra en presentar y describir a su protagonista, Lee, un conserje lacónico y ensimismado, que puede estallar con violencia en cualquier momento, un hombre un poco patético que da la idea de tener algo quebrado por dentro. Cuando recibe la noticia de la muerte de su hermano, suceso que parece el conflicto central del filme, paulatinamente entendemos que en el fondo al director le interesa más contar la historia de Lee y explicar las razones de su peculiar estado de ánimo.

Para lograr esto, resulta fundamental el sistemático uso del flashback, que reconfigura la estructura narrativa alternado el presente con el pasado, donde el presente es el drama de la muerte del hermano y el pasado es todo ese iceberg de emociones que subyace en la trágica vida de Lee. Además, una parte esencial del conflicto del presente es la relación entre Lee y su sobrino, así como las decisiones sobre el futuro de este.

Pero como en toda historia bien construida, esos aspectos necesariamente están relacionados. En este caso, ese pasado, el drama del presente y el conflicto acerca del futuro del sobrino están estrechamente ligados de dos distintas y complementarias maneras: una externa, en la mayoría de las acciones que conforman la trama, a través de todo lo que ocurre en torno a la enfermedad y muerte del hermano; y otra interna, en el tono del relato y la permanente pesadumbre que define las atmósferas, que son determinadas por el personaje de Lee y su afligido espíritu.

La marca fundamental de este relato, en lo que hace la mencionada diferencia, es que, a pesar de los eventuales sucesos de intensidad o giros dramáticos, casi siempre se mantiene sin sobresaltos ni efectismos dramatúrgicos. Puede que a algunos espectadores esto se les traduzca en un tedio narrativo, pero ese tono es el que define la esencia del protagonista y lo que, si bien hay un par de sucesos extraordinarios empujados por la muerte, hace a esta película tan cercana a la vida, a una cotidianidad determinada por la fricción de los altibajos emocionales y las complejas relaciones interpersonales.

Vista en perspectiva, podría antojarse como una colección de golpes de efecto dramáticos en lo que respecta a su argumento, pero el relato y la puesta en escena parecen decir otra cosa, concentrándose en ese universo emocional del protagonista, creando con ello una pieza reflexiva y conmovedora, el callado lamento de un hombre con el corazón roto.

Publicado el 22 de enero de 2017 en el periódico El Colombiano de Medellín. 

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