La música nos salvará

Oswaldo Osorio

La llamada "Revolución tranquila" que se dio durante los años sesenta en la provincia de Quebec, en Canadá, parece ser no solo el conflicto que tuvieron que enfrentar las protagonistas de este filme, sino también un modelo para construir esta historia. Así como fue este proceso social y político de modernización y secularización, de la misma forma transcurre este relato, sosegado y con moderación, pero cargado de una latente tensión que sostiene el interés en él.

Un pequeño convento, que a su vez es una prestigiosa escuela articulada en torno a la música, es regentado por la Madre Augustine. Pero cuando empiezan a acechar los cambios e incluso la posibilidad de que la comunidad religiosa se deshaga del convento, la decidida superiora emprende una cruzada para salvar su pequeño paraíso musical, utilizando las mismas armas del movimiento que combate: piensa en el futuro, se moderniza, utiliza los medios de comunicación y se abre al mundo.

El filme también recurre al recurso de ponerle un contrapunto argumental y dramático a esta historia marcada por el contexto político y social. Al convento llega la sobrina de la Madre Augustine, una joven con una actitud rebelde que le permite al relato ahondar en la personalidad de la religiosa, a partir de una serie de relaciones entre la joven y ella, así como por su conexión familiar.

Con una agradable ambientación que está marcada por el ascetismo de la vida religiosa, el cambio de las estaciones y el contraste con la estética de los sesenta, la película sabe sacarle provecho a estos elementos desde su aspecto visual, concebidos con una suerte de delicadeza y sutileza en el uso de la luz y la composición que se sintonizan con esa narración tranquila y sin sobresaltos, la cual resulta la ideal para ese tipo de personajes, el espacio del convento y ese espíritu de cambio sin aparentes traumatismos que se dio entonces.

La música, por supuesto, también es tratada como una protagonista esencial del relato, no solo convirtiéndola en un leitmotiv del argumento (incluso como solución del conflicto) y de la construcción de los personajes, sino destacándola efectivamente en la puesta en escena al dedicarle largas escenas, potenciadas, ahí sí, con un énfasis visual distinto al resto del relato.

Hasta ahora pareciera una espléndida película, pero en realidad tal vez no lo es tanto. Es cierto que el tono de su relato es muy bien logrado en relación con su historia, es visualmente atractiva y bien concebida, los personajes tienen una sutil fuerza y fueron construidos con colorido y solidez, y la música termina por unificarlo todo con calidez, pero la forma como su directora decide hacer el desenlace de los acontecimientos es bastante discutible, puede ser que hace unas concesiones para agradar a una parte del público, sin embargo, otra parte de este se podrá sentir defraudado.  

 Publicado el 16 de agosto de 2015 en el periódico El Colombiano de Medellín. 

 

 

 

RECIBA EN SU CORREO LA CRÍTICA DE LA SEMANA